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jueves, 18 de julio de 2019

Lógica y Necesidad del Plagio*


Ante la lectura de este título adivino diversas actitudes. Gestos atónitos, rasgar de vestiduras, proyectos de venganza apocalíptica. Pero también, en todos los que tengan serenidad para juzgar, una sonrisa comprensiva, una aprobación amistosa, porque ellos saben que "solo aquel que esté libre de pecado puede tirar la primera piedra". Y esta frase tampoco es mía. Es del evangelio.
Da tristeza, pero es verdad. El plagio es necesario. Nuestra época, en líneas generales, no es creacionista. Estamos viviendo todavía del romanticismo, del naturalismo, del existencialismo y del plagismo. Pero como todas las verdades duras y crueles, ha habido que disimularlas. El plagio ha tenido que tomar formas hipócritas y solapadas por culpa de las airadas voces de los propios plagiarios, que le atacan, denuncia y combaten para disimular así mejor sus propios plagios. Solamente yo he tenido la valentía, cuando me he lanzado a plagiar, de hacerlo a cara descubierta, con nobleza, sin disimulos, con la fidelidad del calco. Pero tiene su explicación. Yo he plagiado por convencimiento. La conducta de los grandes escritores me ha producido siempre emulación y estímulo. Pero al admirarlos me hacía siempre la misma pregunta. ¿Por qué Miguel de Ceervantes copió en el Quijote tantas cosas del doctor Huarte de San Juan en su Examen de los ingenios? ¿Por qué Shakespeare calcó su Julio Cesar de Plutarco? Al propio Dante se le han probado antecedentes arábigos en La Divina Comedia. Rabindranath Tagore sé... inspiró en Omar Kayan. Y cuando se publicó en Francia Anfitrión 38, su mismo autor explicaba el número del título diciendo que era porque ya se habían escrito antes 37 versiones sobre ese mismo tema.
Es evidente que algunos genios plagian. Ellos sabrán por qué, pues el genio siempre tiene sus razones. A mí me pareció que la única manera posible que yo tenía de parecerme algo a los genios era plagiar de vez en cuando como ellos. Y lo hice. Pero por excepción. No vayan a creer que eso va a constituir en mí una costumbre.
La famosa frase "la propiedad es un robo" fue atribuida injustamente a Prudhomme. Y él se la adjudicaba diciendo: "Y por eso es mía. Porque la he robado". Pero en realidad el primer autor de la frase era Brissot.
El saneamiento de las fuentes de las ideas sólo se puede ocurrir a personas de muy corto entendimiento y de más cortas luces. Dice Goethe que sería como investigar en un hombre bien alimentado cuáles fueron los animales que sirvieron para su alimento.
Cada individuo tiene sus propias cualidades intelectuales, pero todos debemos nuestra formación a influencias de un modo inmenso, de las que nos apropiamos aun sin darnos cuenta. Lo verdaderamente importante es tener un alma que ame la verdad y la belleza y que se la asimile dondequiera que la encuentre. "El mundo es ya tan viejo -dice también Goethe-, que desde hace milenios han pensado y hablado tantas gentes importantes que ya no queda casi nada por pensar o decir. Mi teoría sobre los colores es completamente mía. Y, sin embargo, Platón y Leonardo Da Vinci llegaron antes que yo a parecidas conclusiones. Yo las encontré, lo mismo que ellos. Pero tuve que exponerlas después por el solo hecho de haber nacido después".
En la Edad Media, solo los padres de la Iglesia plagiaron a Aristóteles. Era insuficiente. Durante el Renacimiento se hurtó todo lo que se pudo. Por eso fue una época de enorme florecimiento espiritual.
Cuando un gran artista no logra adquirir fama es porque no ha conseguido encontrar suficiente número de plagiadores. Lo que da fama a un hombre es que se le copie y se repitan las ideas que ha lanzado, mezcladas con las ideas que ha inspirado. Mi mayor aspiración literaria sería que algún día me copiaran a mí, como yo he copiado a Oscar Wilde.
La cuestión de la propiedad puede ser de gran importancia cuando se trata de una finca o de valores. Pero nunca en el orden espiritual, donde todo debe ser de todos. Ninguna idea, ningún pensamiento son exclusivamente la propiedad de un solo individuo, sino el conjunto de muchas sugerencias colectivas. Lo que importa es quién las formula más acertadamente, quién las ilumina mejor, quién las lleva más lejos.
Dice también Goethe: "Somos todos colectivos, pues que poco tenemos que podamos asegurar que sea enteramente nuestro. Yo no debo mi labor de ningún modo a mi propia sabiduría, sino a miles de personas que me ofrecieron el material. Llegaron hasta mí, locos y sabios, listos y tontos, viejos y jóvenes. Todos me dijeron lo que habían visto y oído. Lo que pensaron y como vivieron, y todas las experiencias que habían almacenado. Y yo solo tuve que coger y devolver todo lo que me ofrecieron. Cosechar lo que otros sembraron para mí".
Los grandes artistas pueden ser originales. Pero sólo cuando no tienen otro remedio. No deben empeñarse en ser originales. El mundo de la razón es muy limitado y ya está explorado en su casi totalidad. En cambio, el mundo de la extravagancia no tiene límites ni fronteras. Si nos obcecáramos en no querer salir de él, viviríamos entre locos y alucinados.
Un artista es un hombre que ve y sabe ver, y nada más. Se entusiasma cuando alguna vez puede entregarse sin reservas y con entera sinceridad a su auténtica vocación. La de copiar. Cuando Shakespeare copia a Plutarco, no lo hace a pesar de ser un genio, sino porque es un genio. El genio siente un amor violento por todo lo bueno y lo valioso y, por consiguiente, un afán desmedido de poseerlo, de hacerlo suyo. Y si otro supo expresar acertadamente la verdad y la hermosura, ¿Por qué reflejarlas de distinta manera? ¿Con que objeto? Cabe, además, el peligro de desfigurarlas, y a ese sacrilegio lo teme el genio mucho más que a perder su propia originalidad. Antes copiar..., ¡siempre copiar!
Pascal odia a los escritores que dicen de sus propias obras: "Mi libro", "Mi historia", "Mi comedia". Tiene razón Pascal. Recuerdan los burgueses que dicen con orgullo: "Mi casa", y es del casero. "Mi pueblo", y es de todos los que nacen allí. Para hablar con propiedad habría que decir: "Nuestra casa", "Nuestro pueblo", "Nuestro libro".
Los lectores querrían que ningún escritor escribiera sobre cosas ya escritas. Pero eso sería como volver siempre a la infancia de la humanidad. Todos los grandes descubrimientos científicos del mundo: el submarino, el aeroplano, el cinematógrafo, la radio, el telégrafo, han sido posibles aprovechando los hallazgos anteriores. Si todos los investigadores hubieran tenido que volver a empezar sin tocar para nada a lo ya descubierto, bajo pena de que se les atacara acusándoles de plagiarios, al grito de "¡Eso ya estaba descubierto...!", todo se habría estancado en la primera invención. No existiría el perfeccionamiento.
¿Por qué no ha de suceder igual con las ideas? Si se persigue implacablemente al plagio conseguiremos hacer de nuestra época una época limitada, estática. Afortunadamente, los escritores más inteligentes lo han comprendido así, y a pesar de la frenética oposición plagian con afán, con valentía, con desafío.
El plagio solo es trágico para quien no sabe hacer otra cosa que plagiar. Pero para quién sabe escribir es solo un instrumento de trabajo. Nadie puede reprochar a un escritor que emplee las mismas palabras que otros han usado. Es más, no puede prescindir de hacerlo. Su tarea consiste en alterar el orden de esas palabras y hacer con ellas diferentes combinaciones. Lo mismo sucede con los pensamientos. Hay que cogerlos donde se encuentran y mezclarlos con las ideas propias y cambiar frases, lo mismo que antes se combinaron las palabras y hasta las letras.
Y todo esto que sobre el plagio estoy diciendo seguramente estará sacado de alguna parte. Porque yo he debido de oír todo esto, aunque no recuerde donde. Va surgiendo de mi subconsciencia a merced de la circunstancia. Pero estoy segura de que sobre el plagio está todo dicho y no se pueden decir ya más plagios.
*Texto extraído del libro de Julia Maura:
Estos son mis artículos,
Editorial Aguilar, 1953, Madrid, España
Fue el último artículo del libro en pags. 179-184

Toda la literatura es plagio - Borges

Elogiamos esta defensa que raya en el cinismo, misma que surgió tras verse descubierta como plagiaria lo que ocasiono su enfrascamiento en una polémica con el periodista Luis Calvo, aunque el descubrimiento del plagio lo hizo un personaje clave de la prensa franquista, el falangista Adolfo Muñoz Alonso. Ya se imaginarán las condiciones de la sociedad española durante el franquismo y que decir de las peores condiciones de las mujeres, Julia fue una voz insubordinada a través de sus obras puestas en escena en las que no solo reflejaba el hastío sino dichas condiciones opresivas.
Para contextualizar el momento, queremos destacar que la escritora Julia Maura pertenece a esas coordenadas tradicionales de la dictadura franquista, como por ejemplo como un personaje de una de sus novelas, Jaque a la Juventud, donde Laura, la esposa como producto acabado de la mujer que sin ocupación de ningún género y sin base educativa para poderla desempeñar, cobra su valor a través de los éxitos del marido,[i] porque justo su marido, la hizo firmar un documento en el que la escritora renunciaba a participar como actriz de teatro, sin embargo, Maura logro fama con el solo hecho de escribir novelas, ensayos, artículos y obras de teatro principalmente; citada como precursora de las letras españolas en un mundo ultra-machista en esos años 40s y 50s de la España de Franco, hasta su descalabro, por el que perdió su prestigio literario y el periódico oficial de la dictadura, el ABC, donde escribía regularmente, prescindió de sus servicios.

Breve Bio
Novelista y dramaturga, Julia Maura y de Herrera. Marquesa de Villatoya (VIII). Madrid, 5 de abril de 1910– 13 de mayo de 1971.
De familia aristocrática vinculada a la historia política y a las letras, ambiente propicio para ella, desde su infancia demostró gran afición por la literatura y el teatro, escribiendo cuentos y poesías. Las notas e impresiones de sus viajes por Europa se consideran como sus primeros pasos literarios.
Se casó en 1931 con Andrés Covarrubias Castillo, VIII marqués de Villatoya. Tuvo 5 hijos, dedicada a una intensa actividad literaria. En la revista La Moda en España publicó numerosas reflexiones sobre el teatro; siempre quiso ser actriz y no autora de obras de teatro, según declaró en una entrevista de dicha revista (abril de 1952): “Me casé muy joven y antes él (el marido) me hizo firmar un papel diciendo que no me dedicaría nunca al teatro”.
Obtuvo de entre varios premios el Espinosa Cortina, de la Real Academia Española. Es la única mujer que figura entre los que fueron los fundadores del movimiento literario “Alforjas para la Poesía”.

Artículos consultados.
Además del libro citado al principio y del que obtuvimos el texto, hemos consultado otros artículos resaltando el de La escenificación de los roles sexuales y la censura de género durante el franquismo: el caso de Julia Maura de Pilar Nieva de la Paz, porque:
…analiza la trayectoria escénica de Julia Maura, quien ejemplifica las restricciones y limitaciones impuestas durante el franquismo a las mujeres que se atrevieron a romper las barreras de la fortaleza teatral. […] El teatro, como instrumento político de singular eficacia a la hora de extender el discurso ideológico “nacional-católico” impuesto desde el poder, estaba sometido a una férrea censura, que resultaba doblemente opresiva. En este sentido, el análisis de la escenificación de los roles sexuales en el teatro de esta autora y de la recepción que recibió por parte de la crítica tras cada uno de sus estrenos, permite comprobar la actuación de la censura de género en el panorama teatral español durante el franquismo, al tiempo que contribuye a la definición de las soterradas corrientes feministas de la posguerra española y a la fijación de los perfiles ideológicos globales de la sociedad española del primer franquismo. No en vano, el teatro de Julia Maura puede ser considerado como ejemplo de una “política teatral” subyacente, comprometida con la denuncia de la injusta condición social de la mujer española en la posguerra. La complejidad que revela su encarnación escénica de las relaciones entre los sexos ilustra muy bien la larvada crisis definida por dos realidades enfrentadas: la imposición de una serie de postulados tradicionales que articulaban la ideología oficial al respecto y las tendencias modernizadoras que pugnaban por abrirse paso en todos los órdenes de la vida social española.

Otros artículos:
·        - Luis Calvo demuestra los plagios de Julia Maura, en:

·        - Ambigüedad epistemológica en un drama de Julia Maura, de L. Teresa Valdivieso en:

·       - Dramaturgas y censura en el último Franquismo: Carmen Resino y Ana Diosdado, de Diego Santos Sánchez en:

·       - El cuestionamiento del modelo femenino tradicional en dos comedias de Julia Maura: Chocolate a la española (1953) y Jaque a la juventud (1965), de Inmaculada Plaza-Agudo en:

Cabe mencionar a algunos otros ilustres plagiadores, además de los citados en el artículo de Maura:

Arcipreste de Hita / Garcilaso de la Vega / Lope de Vega / Francisco de Quevedo / Conde de Latreaumont / Pablo Neruda / Carlos Fuentes / Gabriel García Márquez / Elena Poniatowska / Luis Racionero / Octavio Paz / …..
L.R. Julio del 2019


[i] Ambigüedad epistemológica en un drama de Julia Maura. L. Teresa Valdivieso.

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